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Los capullos de mariposa, elemento primordial para la danza de Pascola y Venado, disminuyen en Sonora – MÉXICO

24 junio 2018

Los tobillos de los danzantes de venado son fuertes. Apisonan la tierra con golpes decididos para hacer escuchar sus dos sartas de capullos, como pequeñas sonajas. Los pascolas en cambio, portan poco más de mil que han sido cosidos a siete brazadas de hilos de algodón, con los cuales se cubren ambas pantorrillas, del tobillo a la rodilla. En lugar de larvas guardan pequeñas piedras, colectadas en los hormigueros del monte, junto con los capullos de seda tejidos por un gusano y abandonados por una mariposa.  

Sin embargo, en Sonora, la colecta de capullos secos se ha convertido en imposible: de unos años para acá ha minado su presencia, causando efectos negativos para las fiestas y ceremonias de los yaqui y mayo, coinciden en señalar los investigadores, al grado que han tenido que elaborar brazadas hechas con “capullos” de material reciclable de estaño, llamadas boténabari, que producen un sonido similar. 

José Luis Moctezuma Zamarrón y Noemí Bañuelos, así como Trinidad Ruiz Ruíz, coordinadora de la zona sur de la Dirección General de Culturas Populares (DGCP), quien trabaja con la tribu yaqui en el municipio de Cajeme, han documentado el hecho. Cada uno por su parte advierte de la estrecha relación entre el patrimonio natural y la conservación del patrimonio cultural inmaterial de los pueblos indígenas.

Más información: INAH

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