El diablo, la muerte, la següa, la giganta, el policía, la chingoleta, el padre sin cabeza, la copetona, entre muchos otros personajes más, saldrán a corretear a chicos y a grandes, en celebración del 31 de octubre, Día de la Mascarada Tradicional Costarricense.
Las mascaradas tradicionales son catalogadas como artesanías elaboradas mediante un proceso manual que incluye arcilla o barro para moldear el rostro, varias capas de papel, alambre, masilla, cola blanca y pintura. Además, según datos del Centro de Patrimonio Cultural, se decoran con abalorios, botones, pelucas, ojos de vidrio, vestidos de colores -por lo general de segunda mano o hechos con retazos de tela-, artes y otros elementos a gusto del autor. Además, se le denomina tradicional por los personajes que representan, como la bruja, la calavera, el gigante y la giganta, entre otros que se han mantenido a lo largo del tiempo.
“Tradicionalmente la mascarada está asociada con las fiestas populares, el turno en los pueblos, ferias escolares, fiestas para recaudar fondos con algún fin específico, entre otras; entonces, es una actividad que nos remite a un ambiente festivo, a un momento agradable, divertido y principalmente nos refiere a la niñez, ya sea por susto o por diversión. Los chiquillos son los que más se impactan con lo que comúnmente hemos llamado ‘los payasos’; además, la salida de estos y su recorrido por las principales calles del pueblo, casi siempre está asociado a la música de la cimarrona, a las bombetas, los bailes y las comidas tradicionales; todo esto junto crea un ambiente de placer, regocijo y algarabía que hace, creo yo, que esta se constituya en una de las tradiciones más queridas de los costarricenses”, explicó Sonia Gómez, historiadora del Centro de Patrimonio Cultural.
Màs informaciòn: Prensa Ministerio de Cultura y Juventud